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«LET’S MAKE AMERICA GREAT AGAIN»

La elección de Donald Trump ha causado tal estupor que Ronald Reagan y George Bush Jr. empiezan a ser considerados razonables estadistas por quienes les detestaban. Si desde finales de los 70, el espectro político de EEUU empezó a experimentar un corrimiento hacia el rojo -por seguir el color asignado a los republicanos en las teles americanas-, Donald Trump lo ha llevado en 2016 al infrarrojo. Como si cada cierto tiempo el Grand Old Party necesitara dar un paso aún más a su derecha para encontrar -no el abismo que le auguran- sino el camino de vuelta a la Casa Blanca.

La victoria de Trump se levanta sobre el miedo, la nostalgia y el resentimiento de los «angry white men«. Aquellos que se ven a si mismos como una especie en extinción y sueñan con recuperar una América idílica que sólo existió en las estampas de Norman Rockwell. El paraíso perdido se sitúa allá en los 50, cuando solo pensar que algún día de marzo de 2016 en Carolina del Norte discutirían sobre el servicio que debían usar los transexuales no entraba ni entre las más remotas elucubraciones de la ciencia ficción política.

En ese viaje Back to the Future, Trump ha despreciado tanto a las élites tradicionales del conservadurismo como a los politólogos que llevan años vaticinando el irremisible declive de los republicanos si no son capaces de ampliar su base étnica. Todo lo contrario. A la mierda con los hispanos, los negros y los progres… El candidato republicano se ha entregado a la estrategia electoral que propugna la franja derechista más extrema: reivindicar la venganza del hombre blanco de las vastas praderas de América. Una estrategia que no ha hecho ascos al apoyo de una nueva versión de la extrema derecha, una subcultura conocida últimamente como «alt-right». En el estilo sin complejos de Trump han encontrado un candidato que sólo existía en sus delirios más calenturientos. Estos son algunos de sus elementos más conspicuos.

ALT-RIGHT

Expresión abreviada de «alternative right», la «derecha alternativa». The Week la define como «una disparatada mezcla de neonazis de toda la vida, militantes de las teorías de la conspiración, jóvenes de ultraderecha que trolean en internet; todos unidos en la creencia común de que la identidad blanca y masculina está amenazada por las fuerzas del multiculturalismo y la corrección política». Un movimiento marginal, reciente, de contornos tan difusos que la Wikipedia necesita de una generosa lista de atributos para  definirlo: nacionalismo, racismo, islamofobia, antifeminismo, homofobia, antisemitismo, xenofobia, populismo derechista, tradicionalismo… Un exreportero de las comunidades online en Los Angeles Times lo simplifica:»racismo con una estrategia de marketing online». Las cruces en llamas del Ku Klux Klan, transformadas en memes de internet.

«Este movimiento político relativamente nuevo», dice la BBC, «es popular sobre todo entre los jóvenes. Amorfo y difícil de definir. Sus simpatizantes comparten tanto el rechazo tanto a la ideología de izquierda como el conservadurismo tradicional». Cuando en la pasada campaña Hillary Clinton mencionó a los «alt-right» en un mitin de agosto, los adeptos al fenómeno se lo tomaron como su bautismo oficial en el campo de batalla de las guerras culturales estadounidenses.

El término se atribuye al racista Richard Spencer, 38 años, licenciado en Historia, nacido en Boston, criado en Texas, residente en Montana y fundador de la web Alternative Right, un sitio plagado de teorías raciales y genéticas pseudocientíficas donde se plantea, por ejemplo, si es correcto el genocidio de los negros. Spencer lo habría utilizado por primera vez en 2008 para describir a los derechistas que se sienten «olvidados y alejados, intelectual, emocional y espiritualmente del conservadurismo americano».

Pero han sido jóvenes ultras quienes han popularizado la expresión abreviada «alt-right» en las redes sociales. Según un artículo reciente de la Columbia Journalism Review, no podemos hablar de un movimiento político, porque, entre otras razones, no resulta fácil distinguir cuánto hay de militancia y cuánto de simple ánimo provocador: «Por la naturaleza nebulosa de sus comunidades anónimas online, nadie puede estar seguro de quiénes son los «alt-righters» y qué les motiva. Tampoco está claro quienes entre ellos son verdaderos creyentes y quienes son gamberros que buscan la provocación».

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El racista Richard Spencer acuñó el término «alternative right» 

[Actualizo de nuevo esta entrada con el numerito nazi que montó Richard Spencer en Washington el 21 de noviembre celebrando la victoria de Trump…]

BREITBART NEWS

Breitbart News es la plataforma de la «derecha alternativa», según su director ejecutivo Steve Bannon, quien -y esto es lo aterrador- ha acabado dirigiendo la campaña de Donald Trump.  Veterano de larga trayectoria como comentarista y documentalista en las guerras culturales de América, Bannon ha convertido el conglomerado Breitbart en «el Pravda de Trump».

La plataforma (http://www.breitbart.com/ ) fue fundada en 2007 por Andrew Breitbart, editor, columnista y furibundo polemista conservador fulminado por un infarto a los 43 años. Breitbart, hijo adoptivo de una familia judía, creció en Hollywood. Pronto abandonó sus iniciales inclinaciones izquierdistas al experimentar, según sus propias palabras, «una epifanía» durante el tortuoso proceso de confirmación para el tribunal supremo al que se vio sometido en el senado el juez conservador Clarence Thomas, acusado de acoso sexual por una antigua colaboradora.

La plataforma de Breitbart es herdera por línea directa del Drudge Report, el agregador de noticias que destapó el escándalo Lewinsky, el célebre caso que por poco no acabó de manera infame con la destitución del presidente Bill Clinton. Da cobijo a todo tipo de teorías conspirativas y se vende con titulares como «La anticoncepción trastorna y afea a las mujeres».

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Andrew Breitbart

Steve Bannon recogió la antorcha de Breitbart en 2012 con la misión declarada de «profesionalizar» a la franja más lunática y furiosa de la «derecha alternativa». A Breitbart News acude todo aquel que considera demasiado respetuosa a la cadena Fox News. Bannon ha estado detrás de las campañas más sensacionalistas de la «alt-right».  «Si hay una explosión o un incendio en algún sitio», comenta el editor político de Breitbart en Washington, «Steve estará por ahí cerca con unas cerillas».

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Steve Bannon

«A menudo hemos tratado de minimizar el racismo y el resentimiento que burbujea bajo la ‘cibersuperficie'», escribía el otro día David Remnick, director de The New Yorker, en An American Tragedy. «Pero el ciclo informativo ha saltado por los aires. En Facebook, los artículos factuales de la prensa tradicional parecen iguales que los conspirativos artículos de los medios «alt-right». Portavoces de lo indecible tienen ahora acceso a enormes audiencias… La prensa «alt-right» ha sido la suministradora de mentiras, propaganda y teorías conspirativas que Trump ha utilizado como el oxígeno de su campaña. Steve Bannon, una figura central de Breitbart, ha sido su propagandista y director de campaña».

[Actualización: poco después de publicar esta entrada, Trump nombró a Bannon ni más ni menos que «estratega en jefe» de la Casa Blanca. Tendrá enfrente a un insider republicano, Reince Priebus, como jefe de Gabinete. En este perfil de The New York Times recuerdan la cruzada de Bannon contra el establishment republicano que representan tipos como Priebus y, de paso, su complicidad en la difusión de todo tipo de teorías consparanoicas -como la que acusa a la administración Obama de infiltraciín islamista para imponer la sharía en EEUU.]

MILO YIANNOPOPULOS

No deja de ser una paradoja y un síntoma de los confusos contornos del movimiento «alt-right» que una de sus figuras más conocidas sea un gay greco-británico de 32 años que vocifera contra el feminismo, el islam y el complejo de culpa que predica la izquierda occidental.

Colaborador principal en Breitbart, Milo alcanzó notoriedad por su cobertura del Gamergate en 2014, cuando una desarrolladora de videojuegos fue acusada de ofrecer favores sexuales a cambio de críticas positivas. En su opinión, según recoge la BBC, «la cultura de videojuegos había sido politizada por un ejército de programadoras feministas sociópatas y activistas, apoyados por dolorosamente políticamente correctos blogueros de tecnología estadounidenses».

En la convención republicana del pasado verano, Milo y sus seguidores islamófobos celebraron un acto, «Gays con Trump», en el que Yiannopoulos se presentó con un chaleco antibalas sobre una camiseta con el lema «We shoot back» ilustrado con un subfusil Uzi de color arco iris. Aquí tenéis el vídeo:

Milo y sus seguidores cabalgan sin problemas sus contradicciones. El provocador británico no oculta su atracción erótica por los «hombres negros altos» al tiempo que cuenta entre sus seguidores con algunos de los portavoces más racistas de la «alt-right». En julio, Twitter expulsó definitivamente a Milo por su campaña contra Leslie Jones, la actriz negra de la nueva versión de Cazafantasmas.

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Milo Yiannopoulos, enfant terrible de la derecha alternativa

CUCKSERVATIVE

Expresión peyorativa convertida en moneda corriente por los «alt-righters». Una fusión de «cuckold» y «conservative». «Cuckold», derivada de «cuckoo»(cuco), designa maridos cornudos y padres que crían sin saberlo hijos que no son biológicamente suyos -por aquello de que el cuco pone sus huevos en nidos ajenos. Hay quien lo ha traducido al español como «cornuservador», pero por ahora no ha hecho fortuna frente al célebre «maricomplejines» acuñado por Jiménez Losantos.

El termino también tiene tonos racistas en EEUU. «Cuck» se aplica a un género de porno interracial en el que un blanco contempla cómo su mujer mantiene relaciones sexuales con un vigoroso hombre negro. Los «cuckold» serían hombres blancos emasculados que se entregan a una suerte de masoquismo erótico.

Los derechistas alternativos señalan como «cuckservative» a los republicanos que «compran» las premisas de la izquierda. En especial a aquellos que en tiempo de campaña se adhieren a los valores sociales del conservadurismo -contra el aborto, los derechos LGTB, Darwin en las escuelas, etc- y luego, una vez elegidos, abandonan sus principios en las transacciones con la progresía política. En las primarias republicanas, el frustrado candidato Jeb Bush fue un blanco habitual del hashtag #cuckservative.

El concepto no es nuevo, la palabra sí. El hashtag #cuckservative no deja de ser una versión insultante y adaptada a las redes sociales para denominar a los viejos RINOs, Republicans In Name Only

THE RIGHT STUFF

«Somos blancos y no pedimos perdón», así se se presenta el blog antisemita The Right Stuff y su podcast The Daily Shoa, uno de los focos de propaganda de la constelación mediática «alt-right» (junto con American Reinassance, VDare.com, The Daily Stormer, Political Cesspool o Danger & Play).

Hace un año The Right Stuff definía «alt-right» como «la derecha despojada de cualquier creencia supersticiosa en la igualdad humana y de cualquier admisión de la autoridad moral de la izquierda… Ya no aceptamos la autoridad de la izquierda a la hora de decidir quién es una buena persona y quién no. No me importa que me llamen racista, intolerante, homófobo o misógino. Eso es pura difamación de la izquierda y la izquierda es el mal. La izquierda ha usado con éxito esos epítetos para frenar la lucha de la derecha por sus principios. ¿Quieres ganarles? Deja de preocuparte por lo que te llaman y empieza a oponerte sin descanso».

EL TRIPLE PARÉNTESIS

En 2014, el podcast The Daily Shoa empezó a insertar como efecto de sonido un eco siniestro cada vez que pronunciaban un nombre judío. El recurso tuvo su traducción visual en la blogosfera y en las redes sociales como un triple paréntesis que resaltaba los apellidos judíos -(((Cohen))), (((Weisman))), etc. Más aún. Hubo incluso una extensión del navegador Chrome que detectaba los nombres judíos de un texto y los enmarcaba automáticamente con el paréntesis triple. No pasó mucho tiempo antes de que Google prohibiera la extensión antisemita. Pero, para entonces, el primer símbolo que emerge de la «derecha alternativa» ya había llegado a las camisetas. «Así nace un símbolo del odio en 2016», comenta el New York Times. «El efecto de sonido de un podcast se convierte en meme de twitter y extensión de un navegador antes de hacer su aparición en el mundo físico».

Según el léxico de The Right Stuff, los nombres judíos reverberan a lo largo de la historia. El triple paréntesis señalaría el sempiterno poder destructivo de los judíos, según explicaron en un email los editores de este blog antisemita:

«El primer paréntesis representa la subversión judía del hogar y la familia provocada por la degeneración de los medios de masas. El siguiente paréntesis representa la destrucción de la nación por la inmigración masiva y el paréntesis exterior representa al sionismo y la judería internacional».

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Amy Schumer, víctima del triple paréntesis

PEPE THE FROG

El meme, como vemos, es el arma favorita de propaganda y destrucción masiva de la subcultura «alt-right». Además del hashtag «#cuckservative» y el (((triple paréntesis))), destaca últimamente Pepe the Frog, un popular personaje de cómic tomado al asalto por la derecha alternativa. En la pasada campaña, hasta el equipo de Clinton llegó a denunciar   a Pepe como nuevo icono del odio. Hillary contra la rana nazi.

Pepe the Frog es uno de los personajes de Boy´s Club, un cómic online creado por Matt Furie hace 11 años. Cuenta el día a día de cuatro monstruos adolescentes que matan el tiempo «bebiendo, oliendo y nunca pensando». Escenas de la vida a los 20 años, resume Laurie. La frase mítica de Pepe es «feels good man» (que bien sienta), pronunciada mientras mea con los pantalones por debajo de las rodillas.

A partir de 2008, la rana Pepe se convirtió en un meme cada vez más popular en Myspace, Gaia Online y 4chan (sitio infame conocido como el «retrete de internet»). «Pepe servía a cualquier interpretación adolescente, héroe y antihéroe, un símbolo que se adaptaba a todos los altibajos vitales», apunta The Daily Beast . En 2015, la rana verde era ya el meme más difundido en Tumblr. Y ha sido en este 2016, cuando la comunidad «alt-right» se ha apropiado de la rana versátil.

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Cuando Hillary Clinton calificó como «deplorables» a buena parte de los votantes de Trump; Donald Trump Jr. respondió en twitter con una imagen inspirada en el cartel de la película de Stallone The Expendables (Los mercenarios, 2009). En la imagen, Pepe the Frog acompaña a algunos de los rostros más destacados del equipo de Trump (ah, el del fondo a la derecha es el arriba mencionado Milo Yiannopoulosn junto a un vociferante Alex Jones, el «consparanoico» que atribuye los ataques terroristas del 11-S al propio Gobierno de EEUU).

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TRUMP: «PODRÍA DISPARAR A ALGUIEN EN LA 5ª AVENIDA Y ME SEGUIRÍAN VOTANDO»

«La elección de Donald Trump para la presidencia no ni más ni menos que una tragedia para la república Americana», comenzaba David Remnick esta semana su  An American Tragedy. «un triunfo de las fuerzas, dentro y fuera, de la xenofobia, el autoritarismo, la misoginia y el racismo». Remnick no disimula su indignación. Como director de The New Yorker, es un egregio representante de las élites mediáticas y cosmopolitas que detestan los votantes de Trump.

No es excepcional que nuestras democracias-espectáculo generen tipos como Trump. Tampoco es excepcional que exista  una  extrema derecha racista y xenófoba. Hasta ahora eran fenómenos marginales. Lo excepcional y lo preocupante es que en la democracia más madura, estable y educada del mundo, la encarnación más pura de la egolatría, el cinismo, la mentira, el desprecio, la vulgaridad, la ignorancia, el racismo, la xenofobia y la misoginia no echara para atrás a ni uno de los 60 millones de votantes que vienen apoyando a los republicanos en las últimas elecciones presidenciales (pido permiso para la licencia demoscópica, ya sé que no siempre son exactamente los mismos, pero lo importante es el número). Hace nueve meses Trump fue premonitorio: «Podría disparar a alguien en la 5ª avenida y la gente me seguiría votando».

«Me gusta Trump», hemos oído a sus votantes estos días, «porque habla claro, dice lo que nadie se atreve a decir, dice lo que yo pienso». Y lo que dice no ha brotado por generación espontánea. Trump es el precipìtado de años y años de mentiras, propaganda y química conspirativa y de la derecha radical americana cuya última manifestación es el fenómeno «alt-right».

«Que el electorado de manera plural», escribe Remnick, «haya decidido vivir en el mundo Trump de vanidad, odio, arrogancia, mentira, temeridad y desprecio por las reglas democráticas es un hecho que llevara, inevitablemente, a todo tipo de declive y sufrimiento nacional… El 20 de enero de 2017 diremos adiós al primer presidente afroamericano -un hombre íntegro, con dignidad y espíritu generoso- y asistiremos a la toma de posesión de un estafador que apenas hizo nada para alejar el apoyo de las fuerzas de la xenofobia y el racismo. Es imposible no reaccionar en este momento con repugnancia y profunda preocupación»

comentarios
  1. […] chupas de cuero o botas militares. Es un movimiento político que escapa de una definición simple (aquí hay una buena descripción) al que algunos niegan esa condición porque lo ven como una coalición de intereses y orígenes muy […]

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  2. […] a José Luis Fuentecilla, ‘Cuckservative’ es una expresión peyorativa que es una fusión de […]

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  3. […] a José Luis Fuentecilla, ‘Cuckservative’ es una expresión peyorativa que es una fusión de ‘cuckold’ y […]

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  4. […] [+] Trump y la subcultura “alt-right” […]

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